TÍTULO DESCATALOGADO
Singularizando la actitud mezquina del Duque de Lerma valido del rey Fernando III contra los moriscos, corrió la voz deprisa a la zona donde se habían establecido los Guachos o quinquilleros en las afueras de la ciudad hasta que notaran hurtos los propietarios de sus viviendas, tiendas y en particular las traseras de los corrales donde criaban aves y cochinillos para denunciar los hurtos; que poniéndose en lo peor ante la presencia del alguacil, les expulsaría de la ciudad sin más; pero al intervenir el justiciero Duque de Lerma contra los moriscos, también lo haría contra el gremio de los quinquilleros (ellos). Así que salieron echando leches de donde estaban tan ricamente viviendo de los hurtos conseguidos del pillaje, sin que el alguacil prestara mucha atención a las denuncias de sus ciudadanos. Aunque estaban acostumbrados al cambio de aires, salir a caminar fuera del extrarradio sin saber a dónde dirigirse, es triste y riguroso para el patriarca del clan; pero no les quedaba otra, sino querían pasar el resto de sus vidas de picapedreros en las canteras los hombres o de furcias las mujeres. Por lo tanto, aparejaron los mulos para tirar del carromato y con la bendición de unos críos detrás arramplando lo que pillaban de paso si servía, se fueron en busca de tranquilidad. Por fin les sorprende el derrumbe de todas las casas de un pueblo hundidas como si hubiera pasado por allí la hecatombe de un seísmo de magnitud 6.2; pero prefirieron quedarse, a sufrir represalias por el Duque de Lerma. Puesto que ayudados por los moriscos huidos por la misma causa, reconstruyeron todas las casas del pueblo con la intención de ocuparlas los que llegaban pidiendo ayuda por la maldita epidemia; de ahí que en menos de seis meses estaban todas las casas ocupadas. Tras la elección del regidor del municipio Zeta2 don Damián y el secretario Buendía, pusieron en marcha los estatutos municipales para cumplirse por el vecindario tal y como estaban redactados. Pero pronto notaron que algo extraño estaba sucediendo en la fortaleza “Quisquilla” cuando un tal Filipo les hablaba de fenómenos paranormales y se comunicaba con ellos, y no eran parodias inventadas de un cerebro licántropo en contacto con animales depredadores, puesto que demostró ser el intercesor con seres fingidos en apariencia de otros mundos…difícil de entenderse con el místico Damián el Reverendo. De por sí nadie esperaba la llegada de la duquesa Milagros y apareció y desapareció virtualmente en dos ocasiones antes de hacerse cargo de sus latifundios contando sus peripecias a Piluca, como si le interesara conocer quién era y de dónde procedía su medio de vida, pero pensando cómo se degeneraba la convivencia con los detractores a las órdenes de Damián el Reverendo, de cómo denigraban la decencia y honor de su esposa Alba sin argumentos sostenibles de que cometió adulterio con Filipo, el más tonto del pueblo según le tildaban los autócratas de allí; por ello necesitaban su ayuda para hacer frente al grupo de caciques a las órdenes de Damián el Reverendo, y si no sufrirían de lo lindo para defender la decencia y el honor de Alba cuando se supo que estaba embarazada de…
De por sí llegó “Mila” con la mosca detrás de la oreja a su fortaleza “Quisquilla” pensando en cómo la recibirían los espíritus de 20 muertos asesinados por los ocupas de dicha Fortaleza hace la tira de años, puesto que deambulan por los espacios del interior para con su presencia virtualmente honrarla y venerarla en ausencia de la Diosa Isis…
Alejandro Yusta Sebastián, nació en Villeguillo (Segovia), año 1940. En 1963 emigró a Madrid como tantos jóvenes dispuestos a buscarse un trabajo digno que permitiera cumplir sus expectativas futuras. Trabajó en la metalúrgica hasta jubilarse. En principio lo hizo en las cadenas de montaje de camiones, y durante los ratos libres estudiaba en contacto con Academias de pago para planificarse los estudios de cada curso, y matricularse por libre en la Universidad de Alcalá de Henares con éxito. Tras conseguir el bachillerato se presentó a los exámenes de Administración de Empresas, y le dieron apto para ocupar cargos de mayor relevancia.
Después de jubilarse, comenzó a escribir como distracción predilecta para conseguir editar algunas obras, y lo sigue haciendo con el mismo entusiasmo que cuando le editaron la primera.
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